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BRADENTON, Florida – Antes de que el dominicano Oneil Cruz se dirigiera a Pirate City para los Entrenamientos Primaverales, su hijo de seis años, Oneil, le preguntó si seguiría jugando en el campo corto. Cruz le respondió que no, que ahora era jardinero central.
“Bueno, creo que mejor me muevo a los jardines también”, dijo el pequeño Oneil. “Quiero ser jardinero, como tú”. “Fue en ese momento cuando me di cuenta de que hasta mi hijo está pensando en los jardines”, contó Cruz. “Estoy bien con eso. Lo he aceptado. Es algo positivo”.
El béisbol es algo familiar para los Cruz, comenzando con su padre, Rafael Cruz, quien jugó en ligas menores.
El padre de Oneil era campocorto, al igual que él hasta agosto pasado. Sin embargo, los Piratas adquirieron a Isiah Kiner-Falefa en la Fecha Límite de Cambios, enviando a Cruz al jardín central. Los primeros resultados de la transición de Cruz a los jardines han sido muy alentadores.
En el 2024, el 10% de sus tiros más veloces tuvieron una velocidad promedio de 99.1 millas por hora, la más alta entre todos los jugadores de posición en Grandes Ligas la temporada pasada. Como campocorto, según Baseball Savant, tenía un valor de -3 Outs Por Encima Del Promedio (OAA, por sus siglas en inglés). En poco más de un mes en el bosque central, registró OAA de +2. Lo más impresionante es que, salvo por algunas instrucciones breves, Cruz ha aprendido la nueva posición prácticamente sobre la marcha.
“Se vio bastante bien para nunca haber jugado ahí”, dijo el también guardabosque de los Piratas, Bryan Reynolds. “Creo que seguirá creciendo y mejorando. Los jugadores hallan la manera, los deportistas hallan la manera. Y él es ambas cosas”. “Tiene velocidad y una bazuca de brazo”, comentó Tommy Pham, el tercer jardinero titular proyectado de los Piratas y quien jugó con Cruz en la República Dominicana este invierno con los Leones del Escogido.
“Realmente quiero verlo poner todas sus herramientas en orden, y voy a estar en su oído retándolo todos los días. Primero, porque el equipo lo necesita, y segundo, porque de paso nos hará mejores a todos”.
Si al principio Cruz se sintió decepcionado por la decisión de los Piratas de cambiarlo de posición — una reacción completamente humana — ha terminado aceptándola.
Él y el coach de los jardineros Tarrik Brock lograron avances en su mes de trabajo juntos el año pasado, y ambos mantuvieron la comunicación durante todo el invierno para evaluar el progreso de Cruz con su padre.
“Lo primero que noté cuando se reportó fue que había algunos guantes en el clubhouse, y vi que tenía su propio guante hecho a su medida, con su estilo y colores. Me pareció genial”, dijo Brock. “El año pasado, usó el guante de Michael Taylor y me dijo durante la temporada, ‘No veo la hora de tener mi propio guante’. Para mí, ése fue el momento de aceptación. Ahora lo está asumiendo por completo, lo cual es muy bueno”.
Cruz aún tiene previsto usar el guante de Taylor — al fin y al cabo, Taylor es un ganador del Guante de Oro. Tampoco es descabellado pensar que él algún día podría ganar uno propio. Ya sea por su velocidad de salida, la fuerza de su brazo o su velocidad en sprint, el juego de Cruz está definido por un potencial que parece no tener límites. La clave está en hacerlo realidad.
Para Brock, todo comienza con asegurarse de que Cruz juegue con una sonrisa en el rostro. Si está sonriendo, las cosas van bien.
El jugador también debe aprender a dejar atrás los errores y a no emocionarse demasiado si hace una atrapada espectacular. La consistencia es clave, al igual que afinar los fundamentos de la posición, como saber a qué base tirar dependiendo de la situación.