Por Wilson Rodríguez
El reciente anuncio de la Junta Central Electoral (JCE) sobre la renovación de la cédula de identidad y electoral es un movimiento estratégico que busca fortalecer la soberanía, la seguridad y la integridad del sistema democrático en República Dominicana.
En un mundo cada vez más interrelacionado y frágil a las amenazas digitales, la actualización de un documento tan importante como la cédula se presenta como una necesidad imperante.
El órgano rector ha calificado este proceso como un “proyecto de Estado”, lo que refleja la jerarquía que tiene para el ejercicio de la democracia.
La cédula no es solo un documento de identificación; es la llave que permite ejercer el derecho ciudadano, desde votar hasta acceder a servicios básicos.
Su renovación debe ser vista como una inversión en la confianza y la seguridad de todos los ciudadanos.
Uno de los aspectos más destacados de este nuevo proyecto es el enfoque en la seguridad.
La cédula actual, que data de 2014, ha cumplido su ciclo de vida y ha sido objeto de críticas debido a las crecientes amenazas de ciberdelincuencia y falsificaciones.
La implementación de tecnologías avanzadas, como el policarbonato, el grabado láser, el chip seguro y el código QR, no solo moderniza el documento, sino que también eleva los patrones de seguridad a niveles que son imprescindibles en la actualidad.
La protección contra la clonación y los protocolos de comunicación seguros son medidas que, sin duda, contribuirán a reducir el riesgo de suplantaciones y fraudes.
El respaldo legal que la Junta Central Electoral ha proporcionado para este cambio, basado en el artículo 20, numeral 12, de la Ley 20-23, demuestra que el proceso se llevará a cabo en estricto apego a la ley.
La transparencia en la ejecución del proyecto es fundamental, y es un aspecto que la ciudadanía debe vigilar de cerca.
La confianza en las instituciones se construye a través de la claridad y la rendición de cuentas, y la JCE tiene la responsabilidad de garantizar que cada paso de este proceso sea viable y claro para todos.
Sin embargo, la renovación del documento de identidad no debe ser visto únicamente como un cambio de diseño o tecnología.
Es una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de nuestra identidad como ciudadanos. La cédula es un símbolo de pertenencia, y su renovación debe ir acompañada de un esfuerzo por educar a la población sobre su significado y su uso adecuado.
La JCE debe ampliar las campañas de concienciación que informen a los ciudadanos sobre la importancia del documento y cómo puede ser utilizado de manera efectiva para proteger los derechos.
La renovación de la cédula de identidad y electoral es un paso necesario hacia un futuro más seguro y moderno.
La institución como órgano autónomo tiene la oportunidad de liderar este proceso con transparencia y compromiso, asegurando que cada ciudadano se sienta protegido y empoderado.
La modernización de la cédula no es solo un cambio físico; es un reflejo del avance como sociedad y un compromiso con la seguridad y la democracia.
¡Es hora de que todos nos unamos en este esfuerzo y apoyemos la transformación que beneficiará a nuestra nación en su conjunto!
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El autor es periodista, analista y cronista deportivo