sábado, febrero 22, 2025
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La paz en Europa, Palestina y el Medio Oriente debe ser promovida a través de la ONU

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Por Amín Cruz

“No hay camino para la paz, la paz es el camino”, Mahatma Gandhi

Los líderes mundiales en política y gobernabilidad deben comprender el papel fundamental de las Naciones Unidas (ONU) y trabajar en colaboración con esta emblemática organización, que fue fundada en 1945, al final de la Segunda Guerra Mundial, con el objetivo de luchar por la paz y la seguridad internacionales.

La pérdida de liderazgo de la ONU

En la actualidad, la ONU ha perdido la preponderancia y el liderazgo que le otorgaron sus fundadores, figuras destacadas de la política internacional de la época, como el presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt; el líder de la Unión Soviética, Joseph Stalin; el primer ministro del Reino Unido, Winston Churchill; y el líder de China, Mao Zedong, entre otros. Estos líderes tenían un fuerte sentido patriótico y un enfoque objetivo en sus planteamientos.

Sin embargo, los líderes actuales parecen estar más enfocados en el protagonismo y en intereses comerciales que en la solución de los problemas globales.

La situación política actual

Como diplomático de carrera en la ONU, resulta difícil comprender las actuaciones recientes de figuras como Donald Trump en Estados Unidos, Emmanuel Macron en Francia, Volodímir Zelenski en Ucrania, Vladímir Putin en Rusia y Benjamín Netanyahu en Israel.

La situación en Gaza, Palestina y el Medio Oriente presenta un escenario preocupante.

La ONU, que aglutina a los 195 países del mundo y que debería estar liderando estas negociaciones desde su sede, parece estar en un estado de inacción, en un limbo.

Esto es inaceptable para una organización creada en 1945 con el objetivo de mantener la paz y la seguridad internacionales tras la devastación de la Segunda Guerra Mundial.

 

El riesgo de romper el estatus de la ONU:

Las acciones de los presidentes mencionados ponen en peligro el estatus y la autoridad de la ONU. Si esta situación continúa, podría derivar en un rumbo lamentable y, cuando finalmente se intente actuar, podría ser demasiado tarde.

Las violaciones sincronizadas de las partes involucradas podrían hacer que ninguna de ellas tenga la moral necesaria para llamar al orden, ni siquiera las Naciones Unidas, que han mantenido una postura excesivamente conciliadora.

Esto contraviene la Carta de las Naciones Unidas, que recoge los principios fundamentales de las relaciones internacionales.

La inacción de la ONU ante estas violaciones podría tener consecuencias graves para la paz y la seguridad mundiales.

El nuevo orden político mundial necesita una organización como las Naciones Unidas, fuerte y consecuente con sus principios originarios, y al mismo tiempo unida a líderes comprometidos con el bien común de paz, libertad y justicia.

Llamado a la acción:

Como diplomático, hago un llamado urgente a la ONU y a todos los países de buena voluntad para que se unan bajo el techo del emblemático edificio de las Naciones Unidas y desde allí realicen negociaciones de manera pluralista e imparcial.

Este enfoque es fundamental para evitar futuras consecuencias entre gobernantes o naciones y para que la ONU recupere su liderazgo universal, tal como lo establece la Carta de las Naciones Unidas.

 

Conclusión:

No basta con tener buenas intenciones.

Las reuniones, conversaciones y acuerdos actuales parecen estar motivados por intereses personales de los negociadores, quienes se presentan como líderes políticos.

Detrás de todo esto se encuentran la guerra, la ambición, la traición, el poder, la economía, el dominio, la envidia y las divisiones ideológicas entre derecha, izquierda, centro y ultraderecha.

Nada de lo que se está haciendo parece tener un enfoque logístico de buena voluntad hacia la paz, salvar vidas o proporcionar un mejor futuro para la humanidad.

Creo en una frase del escritor, geopolítico, periodista y científico Dr. Ignacio Ramonet: «Es el momento de actuar con valentía, con un compromiso real hacia la paz y el bienestar global, y con un firme liderazgo de la ONU que haga honor a sus principios fundacionales.»

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