¡Ay! Cómo lo escupieron
Cómo lo empujaron
Cómo lo llevaron
A crucificar
Así comienza la canción «El Todopoderoso» del legendario Héctor Lavoe.
Durante esta Semana Santa, en BBC Mundo nos adentramos en esa canción así como también en otro clásico de la salsa: «El Nazareno», de Ismael Rivera, y en «Los fariseos» de Richie Ray y Bobby Cruz.
«Las tres son canciones emblemáticas para una generación de latinoamericanos, especialmente de caribeños, que sentimos que expresan nuestra fe de una manera profunda y desde nuestra cultura, además de que podemos danzar y cantar nuestra fe», le dice a BBC Mundo el padre Alfredo Infante, jesuita, párroco de la parte alta de La Vega, un suburbio caraqueño.
El principio
«La salsa, como una expresión musical enraizada en las vivencias del pueblo, no podía dejar por fuera a unas de las más importantes de todas: las religiosas», le indica a BBC Mundo el investigador Tomás Straka, miembro numerario de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela y director del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).
«Se trata de las sociedades del Circuncaribe hispano, muy creyentes, imbuidas en un sincretismo entre el catolicismo y las religiones africanas que define cada momento de la existencia».
Cuba, indica Straka, fue donde se gestó «el ojo de ese huracán que es la salsa, el universo de las religiones africanas y su música saltó rápidamente al repertorio de las orquestas que, en formato de big bands y después en conjuntos más pequeños, combinaban lo tradicional con nuevos sonidos».
Después vendría la Revolución Cubana, lo que hace que «el eje de la música afrocaribeña» se desplace hacia Estados Unidos.
«Ahora es el barrio latino de New York, que rápidamente se conecta con otros barrios similares, es decir, de campesinos que se mudan a las ciudades, en Puerto Rico, Panamá y Caracas».
«El Nazareno»
El tema salió por primera vez en el álbum «Traigo De Todo», de 1974, y fue compuesto por Henry D. Williams.
Su interprete «venerado, incluso deificado«, dice la página web de la Fania, ocupa un lugar privilegiado en el panteón de la música latina y ha trascendido como Maelo, «el Sonero Mayor».
Fray Richard Godoy es miembro de la Orden de la Merced y escribe y canta temas en géneros como el rap y el reguetón cristianos.
«La historia que conocí de Ismael Rivera, en el populoso barrio de El Chorrillo, cercano a las riberas del Canal de Panamá, donde nací, es que todos hablaban de su visita como un tremendo acontecimiento», le cuenta el sacerdote a BBC Mundo.
En la década de los años 70, Rivera se acercó a la tradición de la procesión del Cristo Negro de Portobelo.
«Él fue por ‘vacilón’, simplemente por pasarla bien, y terminó como promotor por convicción de una fe y de una experiencia personal en la que el mismo Cristo Nazareno le habla y le pide que dé a conocer esas palabras y se transforma en un vocero«.
Maelo, indica el religioso, se convirtió en una especie de «profeta», «que anuncia que su Cristo no los va abandonar» e invita a quien lo escucha a que haga el bien, «que cada devoto reparta bondad a sus semejantes como lo hizo el propio Cristo Nazareno».
ésar Miguel Rondón, comunicador social de amplia trayectoria en Venezuela, es el autor de «El Libro de la Salsa. Crónica de la música del Caribe urbano», considerada la biblia entre muchos amantes de ese género.
Conoció a Rivera y al hablar de «El Nazareno» destaca no sólo la devoción del artista, sino cómo la pieza es «un canto de amistad, un canto espontáneo, agradecido».
El Nazareno me dijo
Que cuidara a mis amigos
Dale pa’lante, pa’lante, pa’lante, pa’lante, pa’lante como un elefante,
Maelo no dejes que te tumben, tu plante
«Es una fe muy bonita, pero muy terrenal, una fe con los pies en la tierra«, le indica el autor a BBC Mundo.
El padre Infante coincide:
«No sólo es una expresión de fe religiosa, sino una fe existencial, una fe que se expresa en la cotidianidad, en las relaciones humanas, que te saca de tus oscuridades y te muestra la autenticidad de la vida, de las dinámicas de opresión, de hipocresía».
Para el religioso, es emblemático el momento en que Rivera canta:
Yo estaba en un vacilón
Fui a ver lo que sucedía
Cuando ya me divertía
Y empezaba a vacilar
No sé de dónde una voz vine a escuchar
Qué expresión tiene tu rostro
Se refleja la alegría
Y está rodeado de tanta hipocresía
«Esa imagen de que Cristo habla en lo más hondo de la conciencia humana, independientemente del momento que esté viviendo, en este caso él está distraído, está extraviado, buscándole un sentido a la vida de distintas maneras, pero es la voz en el interior que lo llama. El Nazareno le remueve la vida«.
Dale la mano al caído
Y si acaso bien malo ha sido,
Dale la mano también
Hazle bien a tus amigos
Y ofréceles tu amistad
Y verás que a ti lo malo
Nunca se te acercará
En cambio todo lo bueno
Contigo siempre estará
Rivera también interpretó «El Mesías», tema compuesto por Johnny Ortiz, en el que abordó sus peregrinaciones cada 21 de octubre para ver al Cristo Negro de Portobelo y su deseo de llevarlo sobre sus hombros.
Y es que era su «Negrito Lindo de Portobelo«.
La canción «describe los 27 kilómetros que Maelo y otros seguidores caminan para llegar a la Iglesia de San Felipe en la ciudad costera donde miles se reuniría para hacer promesas al santo de los pobres y olvidados. Este viaje mantuvo a Maelo alejado de la heroína durante 16 años», escribió Aurora Flores en la página web de la Fania.
«El Todopoderoso»
«Reuní a Willie (Colón) y Héctor (Lavoe) y esa fue la combinación perfecta. Fue el comienzo de algo increíble», dijo Johnny Pacheco, cofundador de la Fania, según la página web de esa organización.
Y la historia le daría la razón, fueron una dupla extraordinaria.
«El Todopoderoso» salió al mercado en el álbum «La Voz», de Lavoe (con arreglos de Colón), en 1975 y fue compuesta por los dos, The Bad Boys of Salsa, los chicos malos de la salsa.
El tema relata lo que en el catolicismo se denomina la Pasión de Cristo.
¡Ay! En el calvario fue puesto
Y allí fue crucificado
La sentencia fue de Herodes
Y firmada por Pilatos
«El coro, que insiste en que ‘El Todopoderoso es el Señor’, empieza a dar reflexiones sobre ese Cristo que tanto padeció», señala Rondón.
«La gran ironía es que es un canto para el Cristo que sufre en la cruz a un ritmo extraordinariamente bailable y ese baile siempre supone jolgorio, fiesta».
Todos tenemos problemas
Que tienen su solución
Sin pensar que el de la muerte
De eso se encarga el Señor
Para el padre Godoy, la estrofa anterior es «una gran verdad para alguien que vivió tormentosamente».
Pero también, reflexiona, es una petición para «que todos seamos perdonados por nuestros errores».
Oye, después que lo escupieron
Y después que lo empujaron
Todito lo que le hicieron
Fueron todos perdonados
(…)