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Presenan “Conferencia Magistral” titulada el “Radón y el Medio Ambiente”

SANTO DOMINGO. – La Escuela de Física de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) impartió su Conferencia Magistral “Radón en el medio ambiente”, a cargo de su director, José Miguel Ferreira, quien se auxilió de la tecnología virtual para hacer conciencia del peligro del gas radiactivo, el cual es invisible e inodoro y su contacto con los humanos podría causar cáncer.

En su exposición el experimentado catedrático Ferreira, definió el concepto de la sustancia tóxica, y se adentró a las consecuencias que podrían tener los humanos que tengan contacto con la misma, inclusive hasta de manera inconsciente.

“El radón es un peligro silencioso que ha hecho saltar las alertas sanitarias. Se trata de un gas altamente tóxico que se cuela por las grietas de las casas. No huele, es invisible y sus efectos solo se ven a largo plazo”, indicó el especialista.

Precisó que el radón no es más que un gas incoloro e inodoro, producto de la desintegración del uranio y del torio, presente en casi todos los suelos y rocas.

En ese sentido, el también candidato a Decano de la Facultad de Ciencias para el periodo 2022-2026, argumentó que “el gas radón es, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la segunda causa de muerte por cáncer de pulmón y el responsable de entre el 3 y el 14% de este tipo de cánceres en todo el mundo.

 En ese orden, alertó que una gran parte de la población desconoce del riesgo de la sustancia que podría estar dentro de su propia casa.

  “En muchos países, muchas casas acumulan este peligro latente en sus sótanos sin que sus inquilinos lo sospechen, e inclusive la sustancia puede penetrar en las viviendas por grietas, poros en el suelo, o a través de las tuberías y conductos en elevadas concentraciones, aumentando de esta forma el riesgo de cáncer de pulmón”, dijo el ex Coordinador de la Escuela de Física.

Afirmó que la cantidad de uranio en la roca madre sobre la que está la vivienda y la forma en la que está construida son los elementos que determinan el nivel de concentración del gas y que la Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP) en su borrador de recomendaciones del 2005, confirma los valores máximos de la publicación ICRP-65, como valores límite para el radón-222, que son de 600 Bq/m3 para viviendas y 1500 Bq/m3 para lugares de trabajo.

Otra preocupación planteada por Ferreira, es el contacto del radón con el agua.

“Si su agua proviene de fuentes superficiales como lagos o arroyos, el acceso abierto al aire del agua reduce dramáticamente la probabilidad de contaminación por radón. Sin embargo, si su suministro de agua proviene de aguas subterráneas, un pozo privado, su riesgo de contaminación por radón es mucho mayor”, manifiesta el experto.

Puntualizó que, aunque no existen pautas federales para el radón en el agua, Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. (EPA, por sus siglas en inglés), ha propuesto que los proveedores de agua de la comunidad mantengan niveles por debajo de 4,000 pCi / L.  y que los estados individuales pueden establecer su propio requisito.

Sin embargo, reiteró la exposición al radón a base de agua no se limita al consumo (que puede causar cáncer de estómago), sino también al riesgo de que las actividades normales del hogar (ducharse, lavar los platos, etc.) puedan liberar el radón en el aire.

El catedrático José Miguel Ferreira realiza diversas actividades vinculadas al quehacer científico tanto presenciales como virtuales, a los fines de acercar la ciencia a maestros, estudiantes y público en general.

 SOBRE EL CONFERENCISTA

 José Miguel Ferreira es el actual director de la Escuela de Física de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), y especialista en protección radiológica. Se graduó Summa Cum Laude en Física en el año 2005 y es maestro de la materia desde el 2014, año en es galardonado como el profesor del año de la referida escuela estatal.

Es asesor de tesis y docente en grado y postgrado, además ha servido a la UASD como coordinador de la Cátedra de Física General de la Escuela de Física, de Maestría en Física y ha coordinado varios proyectos de radiación ionizante y protección radiológica en cooperación con la Organización Internacional de Energía Atómica.

Ha colaborado con la creación de los boletines de la Escuela de Física para mantener informado al cuerpo académico de la Escuela y la Facultad sobre las actividades, logros y noticias importantes del sector. Ha faciltado la creación de materiales didácticos (videos de docencias, pruebas en la plataforma Moodle, entre otras), herramientas utilizadas para el uso de las aulas virtuales de las asignaturas de la Escuela de Física durante la Pandemia.

Durante su gestión para aboga por la  apertura del Doctorado interuniversitario en Física, el primer doctorado en Física en el país y la apertura de la Maestría en Física en diversos centros y recintos universitarios y promociona una estrategia a los fines de motivar nuevos estudiantes de física en el ciclo básico. 

 

RADÓN en el medio ambiente

Lic. José Miguel Ferreira, MSc. Director Escuela de Física

 

El aire que respiramos es naturalmente radiactivo.

El aire que respiramos contiene un gas radiactivo llamado radón..

Algo es radiactivo cuando emite partículas o rayos al descomponerse. El radón proviene de la descomposición natural del uranio, un elemento que se encuentra en casi todos los tipos de suelo, incluso en la roca y el agua.

En general, el radón se mueve hacia arriba, a través del suelo, hasta el aire que respiramos. Aunque el radón ha estado siempre presente en el aire, su concentración en nuestras casas se ha visto significativamente aumentada en los últimos años por una construcción cada vez más hermética con la finalidad de lograr un mayor ahorro energético.

 ¿dónde está el gas tóxico?

Un peligro invisible ha hecho saltar las alertas sanitarias. Se trata de un gas altamente tóxico que se cuela por las grietas de las casas.

No huele, es invisible y sus efectos solo se ven a largo plazo. Sin embargo, el gas radón es, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la segunda causa de muerte por cáncer de pulmón y el responsable de entre el 3 y el 14% de este tipo de cánceres en todo el mundo. En muchos países, muchas casas acumulan este peligro latente en sus sótanos sin que sus inquilinos lo sospechen.

La Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP) en su borrador de recomendaciones del 2005 confirma los valores máximos de la publicación ICRP-65 como valores límite para el radón-222, que son de 600 Bq/m3 para viviendas y 1500 Bq/m3 para lugares de trabajo.

El Gas Radón en Casas

Qué es el Radón y de dónde viene

El radón es un gas incoloro e inodoro producto de la desintegración del uranio y del torio, presente en casi todos los suelos y rocas.

Puede penetrar en las viviendas por grietas, poros en el suelo o a través de las tuberías y conductos y, en elevadas concentraciones, aumenta el riesgo de cáncer de pulmón.

La cantidad de uranio en la roca madre sobre la que está la vivienda y la forma en la que está construida son los elementos que determinan el nivel de concentración del gas.

¿Qué pasa con el radón en mi agua?

Si su agua se entrega a través de un proveedor comunitario, puede solicitar detalles sobre la calidad del agua local. Bajo las reglas de la EPA, los proveedores de agua deben probar la pureza de su agua potable y presentar anualmente los Informes de Confianza del Consumidor (CCR) actualizados.

Si su agua proviene de fuentes superficiales como lagos o arroyos, el acceso abierto al aire del agua reduce dramáticamente la probabilidad de contaminación por radón. Sin embargo, si su suministro de agua proviene de aguas subterráneas, un pozo privado, su riesgo de contaminación por radón es mucho mayor.

Aunque no existen pautas federales para el radón en el agua, la EPA ha propuesto que los proveedores de agua de la comunidad mantengan niveles por debajo de 4,000 pCi / L. Los estados individuales pueden establecer sus propios requisitos.

La exposición al radón a base de agua no se limita al consumo (que puede causar cáncer de estómago), sino también al riesgo de que las actividades normales del hogar (ducharse, lavar los platos, etc.) puedan liberar el radón en el aire

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