Liberan flamencos usados como adornos en hoteles dominicanos
Montecristi (R.Dominicana) (EFE).- Con las primeras luces del día, varios ejemplares de flamenco regresan a la naturaleza en los manglares del Parque Natural Estero Balsa, en Montecristi (norte de República Dominicana), una vez rescatados y rehabilitados tras haber sido un mero elemento ornamental en hoteles del país.
Este domingo EFE asistió a la primera liberación de flamencos del proyecto Rescate Rosado, que devolvió a su hábitat natural a seis ejemplares de esta ave migratoria entregados voluntariamente por establecimientos hoteleros y que vivieron su primer amanecer en libertad junto a otras cinco aves nacidas en el Zoológico Nacional.
Decidido, el grupo de aves enfiló hacia las aguas de la laguna mientras el equipo implicado en el proyecto contenía la respiración. La emoción llegó al ver que batían las alas, se dirigían al agua y comenzaban a comer con toda naturalidad (en ocasiones es necesario alimentarlos en libertad un tiempo).
Su inserción en los manglares de Estero Balsa, de los más importantes del país y recientemente incorporados a la Convención Ramsar de protección de humedales, fue un éxito e incluso se les sumaron otros ejemplares que permanecen en el área.
Aquí tendrán su hogar, en una zona bastante bien conservada y con lagunas costeras, el hábitat de preferencia para los flamencos, donde encuentran refugio, comida y tranquilidad.
AVES MIGRATORIAS QUE NO MIGRARÁN
Los ejemplares jóvenes criados en el zoo probablemente emigrarán con otros congéneres en primavera, pero los seis procedentes de los hoteles no podrán hacerlo, pues, al capturarlos, se les practica una cirugía en un ala que les impide hacer un vuelo prolongado.
Se les extirpa «la última falange de una de sus alas, que es donde se insertan las plumas primarias», y, al tener las plumas primarias solo en un ala, carecen del equilibrio necesario para volar, «ya no volarán más, se quedarán en tierra», explicó a EFE el encargado de bienestar animal y entrenamiento del Zoológico Nacional, Luis Freites.
Los furtivos los cazan en los estuarios donde recalan cada año para venderlos en el mercado negro con trampas rústicas elaboradas con pequeñas estacas y lazos de hilo de nailon colocados en el fondo de los humedales, apenas visibles en el agua y que los ambientalistas retiran por cientos.
PREPARAR LA LIBERTAD
La puesta en libertad va precedida de todo un proceso: una vez rescatados, los flamencos pasan una cuarentena en el zoo, donde los evalúan y entrenan antes de reintegrarlos a la vida silvestre para que puedan alimentarse en su medio natural.
«Lo primero es hacerles un cambio de dieta porque en los hoteles se les sirve comida de perro o de gato, que es un poco inapropiada. Aquí les ponemos un alimento de pescado que viene formulado con muchísimos crustáceos» y enriquecido con nutrientes y fibra, y eso «les mejora mucho el color» porque el característico tono rosado de su plumaje se debe a su alimentación, dijo Freites.
Además, se les toman muestras de sangre, se comprueba que no haya patógenos en su sistema respiratorio para que no lleven microbios a su hábitat natural y, cuando van a ser liberados, se hace una prueba final.