Las 10 imprescindibles de Tito Puente en el centenario del Rey del mambo

Ernest Anthony Puente, conocido como Tito, nació en Harlem el 20 de abril de 1923 y compuso una obra descomunal (más de cien álbumes) al tiempo que se forjaba una reputación de intérprete incansable. Su irresistible torbellino de energía contribuyó a hacer de su instrumento principal, los timbales, un emblema de la música latina de mediados del siglo XX.

En una carrera que duró más de seis décadas, Puente fue un innovador inteligente y un colaborador muy apreciado. Comenzó tocando con Machito y sus Afro-Cubanos, la banda liderada por Frank (Machito) Grillo pionera en la fusión de jazz afrocubano. Luego pasó a ser artista principal y se convirtió en una de las estrellas de la deslumbrante época del mambo en el Palladium, que tomó su nombre del club de la calle 52 Oeste de Manhattan y atraía a multitudes diversas para bailar al son de las orquestas de mambo con elaboradas secciones de aliento y percusiones. Cuando los austeros grupos de salsa de una generación nueva empezaron a robarle el protagonismo, él persistió contratando a La Lupe y Celia Cruz (dos brillantes y queridas vocalistas cubanas) como vocalistas principales. En la década de 1980, descubrió nuevas maneras de hacer evolucionar el jazz latino destacando el trabajo de instrumentistas poco conocidos y, a finales de siglo, se asoció con vocalistas más jóvenes como La India y Marc Anthony.

Puente, quien creció en Nueva York décadas antes de la “Gran Migración” de puertorriqueños a Estados Unidos en los años 50, era el típico nuyorriqueño. Se sentía cómodo hablando tanto en inglés como en español, e idolatraba a iconos del jazz de grandes bandas como Benny Goodman y Gene Krupa mientras estudiaba piano con Victoria Hernández, hermana del famoso director de orquesta puertorriqueño Rafael Hernández. Al igual que Krupa, Puente trasladó su sección de percusiones a la parte delantera de la banda, un cambio que hizo que el ritmo marcara el compás del baile y que llegó a definir el sonido del mambo (jazz de big-band fusionado con ritmos afrocubanos y con largas pausas de improvisación que alimentaban la energía de los bailarines) de la misma manera en que, más tarde, Eddie Palmieri y Willie Colón usaron los trombones para definir la salsa.

La muerte de Puente en junio del año 2000, a los 77 años, fue un golpe duro no solo para los aficionados al mambo, el chachachá, el bugalú, la salsa y el jazz latino, sino también para la ciudad de Nueva York en sí misma; sin embargo, su sonido sigue vivo y los conciertos que celebran su época resuenan en la ciudad que él llamó su hogar. (La organización Jazz at Lincoln Center presentará su concierto “Tito Puente and Tito Rodriguez Centennial Celebration” los días 5 y 6 de mayo en el Rose Theater).

A continuación, presentamos diez ejemplos de cómo Puente llegó a ser conocido como el Rey de la música latina.

“Abaniquito” (1949)

La canción que inició el ascenso de Puente se lanzó como un sencillo de 78 rpm con una repetición hiperactiva de piano y una sección rítmica frenética que mostraba la energía desenfrenada de la pista de baile, una escena que apenas estaba surgiendo en el Palladium. Con la participación del querido vocalista Vicentico Valdés y de Graciela Pérez, hermana de Machito, en los coros, el tema ejemplifica la fuerte influencia de la banda de Machito en la fusión de jazz y mambo de Puente.

“Babarabatiri” (1951)

Esta canción, surgida en los albores de la era del mambo, es una inmersión fascinante en el sonido de Puente, que se estaba fusionando rápidamente. Está repleta de swing jazzístico, síncopas irresistibles y una sucesión de llamada y respuesta entre un coro vocal repetitivo, la sección de alientos y las percusiones. Aprovechando el impulso creado por una versión anterior (del vocalista cubano Beny Moré al frente de la orquesta de Pérez Prado), la versión de Puente, con el vocalista Santos Colón, resulta una reinterpretación jazzística más fresca.

“Mamborama” (1955)

A mediados de la década de 1950, Puente se había convertido en uno de los artistas dominantes de la escena del Palladium, enganchado en su famosa rivalidad con el director de orquesta y vocalista Tito Rodríguez, quien respondió al álbum “Mamborama” con su lanzamiento de 1956 “Mambo Madness”. El LP de Puente incluye las cadenciosas y a la vez propulsoras figuras rítmicas de “Ran Kan Kan”, otro clásico, pero el himno “Mambo Inn” es quizá la declaración más fuerte del álbum, con su triunfante tema melódico, su contundente sección de alientos y el golpeteo del explosivo ataque de los timbales y la conga de Puente.

Tito Puente y su orquesta, “Top Percussion” (1957)

Para tomarse un breve descanso del mambo del Palladium, Puente profundizó en las raíces africanas de la música de baile cubana en este álbum, en el que reunió a los percusionistas Mongo Santamaría y Willie Bobo con la vocalista Merceditas Valdés para recrear el sentimiento de la rumba y el ritual toque de santo, una práctica diseñada para comunicarse con el panteón de deidades yorubas. El álbum cierra con “Night Ritual”, de siete minutos de duración, una suite de jazz afrocubano en la que participa el trompetista Doc Severinsen, director de orquesta de Johnny Carson. Puente retomó el concepto en 1960 con “Tambó”, que repetía el tema de la percusión profunda utilizando más instrumentos de la orquesta de mambo.

“Dance Mania” (1958)

“Dance Mania”, que es quizás el álbum más famoso y escuchado de Puente, inició el cambio del mambo a lo que se conoció como salsa al incluir algunos temas identificados por sus géneros provenientes de Cuba. Mientras que la lista de temas está repleta de mambos estándar, “Cuando te Vea” aparece como un guaguancó, un ritmo cubano prototípico para la futura evolución del sonido de la salsa; en esta canción, Santos Colón hace una de las primeras versiones del soneo, o improvisación vocal principal. El álbum también incluye una aparición temprana de Ray Barretto, quien se convirtió en uno de los congueros y directores de orquesta de la salsa más renombrados.

“Oye Como Va” (1962)

Aunque no es exactamente una obra maestra de Puente, la canción “Oye Como Va”, que traza a la vez las raíces y las rutas de la música latina en el siglo XX, cuenta la historia de cómo la música afrocubana se abrió camino en la corriente dominante estadounidense. Sus riffs iniciales se basan en el clásico “Chanchullo” del bajista cubano Israel “Cachao” López, y el tema es formalmente un cha-cha-cha que celebra el coqueteo en la pista de baile. En 1970, Santana hizo una versión muy famosa y se dice que el promotor de rock Bill Graham, quien había pasado gran parte de su juventud en los años 50 bailando mambo en el Palladium de Puente, convenció al líder de la banda, Carlos Santana, de que hiciera la canción.

La Lupe y Tito Puente, “Tito Puente Swings/The Exciting Lupe Sings” (1965)

Aunque se puede argumentar que “El Rey y yo” de 1967 es el punto álgido de la colaboración de Puente y La Lupe, su álbum “Tito Puente Swings/The Exciting Lupe Sings” parece más espontáneo a la vez que captura los ritmos de cha-cha-cha de Puente. Además, marca los intentos de Puente por reconciliar el final de la era del Palladium con la aparición del híbrido rythm & blues cubano/afroamericano del bugalú.

Tito Puente y Celia Cruz, “Cuba y Puerto Rico” (1966)

A medida que la relación de trabajo de Puente con La Lupe se volvía más conflictiva, empezó a recurrir a Celia Cruz, otra vocalista cubana que había dejado huella como vocalista principal de la legendaria orquesta Sonora Matancera. Cruz aprovechó la oportunidad para convertirse en una estrella en solitario por derecho propio, y al final se convirtió en la Reina de la salsa, en gran parte como resultado de sus magistrales actuaciones con Puente. “La Guarachera”, del álbum “Cuba y Puerto Rico”, se convirtió en uno de sus temas emblemáticos.

Tito Puente, India and the Count Basie Orchestra, “Jazzin’” (1996)

Hacia el final de su carrera, Puente se convirtió en un miembro destacado del grupo de salsa y merengue del promotor Ralph Mercado, que proliferaba en los clubes latinos de Nueva York. Se convirtió en El Rey para los jóvenes que intentaban reencontrarse con la música de sus padres aprendiendo a bailar en clubes como el 14th Street Palladium y el S.O.B.’s. Esta época incluyó su colaboración con La India, una vocalista de salsa que empezó su carrera cantando música house, en “Jazzin’” (que también contó con la Orquesta de Count Basie); y una colaboración con Marc Anthony que empezó en un álbum de 1991 que Anthony grabó con el DJ de Paradise Garage Little Louie Vega (“When the Night Is Over”), con lo que convirtió el sonido de Puente en un elemento básico redescubierto de la escena latina del centro de la ciudad de la década de 1990.

Eddie Palmieri y Tito Puente, “Masterpiece” (2000)

Volviendo a “Puente Goes Jazz” (1956), una obra magistral poco reconocida en la que también participa Ray Barretto, y “Herman’s Heat & Puente’s Beat”, una colaboración de 1958 con Woody Herman, Puente destacó en la grabación de discos que conectaban fuertemente con su primer amor: el jazz. A partir de “On Broadway” en 1982, Puente se embarcó en una relación de nueve álbumes con el sello de jazz Concord Records, en los que hizo versiones de “Afro Blue” de John Coltrane, “Take Five” de Dave Brubeck y “Un Poco Loco” de Bud Powell, entre una avalancha de material original que redefinió el jazz latino como género, sobre todo a través del espíritu de colaboradores poco reconocidos como el saxofonista dominicano Mario Rivera. Su etapa jazzística alcanzó su punto álgido con su colaboración del año 2000 con Eddie Palmieri, “Masterpiece”.

c.2023 The New York Times Company

 

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