La sed que amenaza al planeta. El insaciable consumo de agua potable de la inteligencia artificial despierta alarmas globales, poniendo en peligro recursos esenciales y agudizando la crisis hídrica en comunidades vulnerables.
Por Pavel De Camps Vargas
La inteligencia artificial (IA) es el motor de la revolución tecnológica actual, transformando cada aspecto de nuestras vidas: desde la salud hasta el entretenimiento. Sin embargo, el costo ambiental de esta “nueva era” se ha mantenido en las sombras, y es más alto de lo que imaginamos.
Para operar y mantener su infraestructura, la IA depende de millones de galones de agua, un recurso ya escaso, en especial en zonas afectadas por la sequía y el cambio climático. En un mundo sediento, la carrera por una IA más avanzada podría estar sacrificando nuestro recurso más vital. ¿Estamos dispuestos a pagar este precio tan alto?
La paradoja del progreso: la IA como factor de escasez
En The Dalles, Oregón, un pequeño pueblo estadounidense en medio de un clima desértico, los residentes se ven atrapados en una paradoja inquietante. Mientras luchan contra restricciones de agua, el centro de datos de Google consume más de un cuarto del agua potable de la localidad.
¿El motivo? Refrigerar los procesadores de IA que sustentan los servicios de millones de usuarios en todo el mundo.
Esta situación está lejos de ser única. Desde Arizona y Utah en Estados Unidos hasta Países Bajos y Alemania en Europa, las grandes tecnológicas son acusadas de agotar los recursos de comunidades ya vulnerables. La sede de la IA no tiene fronteras.
Si vemos la realidad en profundidad, no es un caso aislado en los Estados Unidos, país que concentra en torno al 30% de todos los centros de datos del mundo. Arizona, Utah o Carolina del Sur conocen bien la insaciable sed de este tipo de infraestructura tecnológica. Así mismo podemos ver en Países Bajos, donde Microsoft se vio envuelta en un escándalo (el pasado año) al conocerse que una de sus instalaciones consumía cuatro veces más de lo declarado en un contexto de sequía.
O en Alemania, donde las autoridades de Brandeburgo negaron los permisos a Google para que construyera un centro de datos en la región al considerar que una gigafactoría de Tesla ya consumía demasiada agua.
Tabla: Consumo mundial de agua por centros de datos (en millones de galones)
Año | Microsoft | Meta | Manzana | Total mundial (estimado) | |
2018 | 4.17 | 2.09 | 0,63 | 1.27 | 8.16 |
2020 | 6.29 | 2.11 | 1.32 | 1.4 | 11.12 |
2021 | 6.82 | 2.83 | 1.29 | 1.53 | 13.47 |
2022 | 7.6 | 2.83 | 1.53 | 1.53 | 14.49 |
2023 | Estimado | Estimado | Estimado | Estimado | 15,85+ |
Fuente : Datos basados en informes de consumo y estimaciones de Dgtl Infra y datos de empresas tecnológicas.
Una sed imparable: la IA en su mayor esplendor, y el planeta en su máximo riesgo
Desde que se lanzó ChatGPT a finales de 2022, el consumo de agua en centros de datos ha experimentado un aumento explosivo. Cada vez que interactuamos con estos modelos de Inteligencia Artificial, detrás de cada respuesta, de cada búsqueda, se oculta un consumo de recursos invisibles para el usuario, pero devastador para el medio ambiente.
Según el investigador Shaolei Ren, cada interacción con un modelo de IA, dependiendo de su complejidad, puede costar hasta medio litro de agua (aproximadamente 0,13 galones). En una sola sesión de uso, un usuario promedio podría estar consumiendo el equivalente en agua de un día completo para una familia.
Los datos más recientes revelan que gigantes como Google y Microsoft han experimentado un incremento del 20% y 34%, respectivamente, en su consumo de agua, impulsado por el desarrollo de IA.
A continuación, se muestra el impacto de este crecimiento en el agua consumida solo en 2022, ahora expresado en millones de galones:
Consumo de agua en millones de galones por empresa
Empresa | Agua evaporada | Agua Reutilizable | Incremento anual (%) |
7.6 | 5.5 | +20% | |
Microsoft | 2.83 | 2.11 | +34% |
Meta | 1.53 | 1.03 | +3% |
Apple | 1.53 | 1.19 | +9% |
La expansión de los centros de datos y el creciente peligro
Hoy en día, existen más de 8,000 centros de datos en el mundo, y la cifra sigue aumentando conforme crece la demanda por servicios digitales y aplicaciones de inteligencia artificial. De estos, se estima que al menos el 40% están operando activamente con IA , ya sea para procesamiento en la nube, entrenamiento de modelos o gestión de datos complejos.
Este crecimiento desenfrenado no solo consume electricidad y espacio, sino que devora millones de galones de agua cada año, exacerbando la crisis hídrica global. La pregunta es: ¿a qué costo estamos dispuestos a impulsar el desarrollo de la IA?
El futuro de la IA y el precio de la escasez
Las empresas tecnológicas afirman estar buscando alternativas para reducir su impacto ambiental, pero la realidad es que las soluciones actuales son insuficientes frente a la crisis climática y los recursos limitados. Los métodos de refrigeración sin agua siguen siendo caros y difíciles de implementar a gran escala, mientras que la sed insaciable de la IA continúa alimentando una industria cada vez más sedienta.
Este es un problema sin perspectivas de solución real en el corto plazo, mientras el planeta se resiente y las comunidades ven amenazada su supervivencia.
Reflexión: ¿A qué precio estamos alimentando la IA?
La inteligencia artificial es el símbolo del progreso moderno, pero ¿a qué costo? En un mundo donde cada gota de agua cuenta, el consumo masivo de agua por parte de los centros de datos revela una ironía oscura: en nuestra carrera hacia el futuro, podríamos estar agotando los recursos que sostienen la vida.
La IA nos promete eficiencia, soluciones innovadoras y un sinfín de posibilidades, pero para que esa promesa sea sostenible, necesitamos reimaginar urgentemente cómo convivir con ella sin destruir nuestro planeta. ¿Estaremos dispuestos a rediseñar el futuro antes de que sea demasiado tarde?
Este es el momento de cuestionar, de actuar y de priorizar lo esencial. La IA puede ser una herramienta de progreso, pero el precio de nuestra supervivencia no debe ser negociable.
La realidad es contundente: cada año, los centros de datos consumen decenas de millones de galones de agua, suficientes para abastecer a comunidades enteras que enfrentan la escasez. Los sistemas de IA requieren un flujo constante de agua para enfriar sus procesadores, transformando el líquido vital en vapor mientras miles de personas en áreas afectadas luchan por el acceso a este recurso básico.
Esta contradicción no solo amenaza el equilibrio ambiental; exponen una brecha alarmante entre el avance tecnológico y las necesidades humanas esenciales. Si continuamos permitiendo que el desarrollo de la inteligencia artificial sacrifique nuestros recursos naturales, podríamos encontrarnos en un futuro donde las maravillas de la tecnología sean irrelevantes en un planeta que no puede ser. O puede ser el momento que la IA se revele contra la humanidad ya que requiere el agua para su existencia.